Un a entre 4 personas esta convencida que tenemos
mas de una vida. Los niños menores de 5 años tienen a veces
recuerdos de su vida anterior, pero con el paso de los años,
estos recuerdos se borran. Hay varios metodos para saber quien
hemos sido en una vida pasada:
* Mediante la Hipnosis se puede hacer una Regresion a cualquier
momento en esta vida u otra vida. Bajo el estado de hipnosis,
las personas pueden ver con claridad fracciones de otras vidas,
personas, sitios o incluso hablar en otro idiomas.
* Hay constelaciones en la carta astral que nos dan una idea
que tipo de persona hemos estado en la vida anterior. Asi mismo
por la fecha de nacimiento se puede hacer una adivinacion.
* Mediante la videncia por personas con este don.
A veces nos preguntamos de donde vienen nuestros dones, aficiones
o fobías. Pueden tener su raíz en una vida pasada. Alguien que
ha sido ahogado en una vida pasada, puede desarollar una fobía
al agua en esta vida. Mediante la hipnosis se puede visualizar
este suceso y asi resolverlo.
Los Budistas creen firmemente en la reincarnacion. Tenemos que
volver a nacer otra y otra vez para aprender de los fallos que
hemos cometido en nuestras vidas. Los daños que hacemos a una
persona, vamos a sufrir nosotros mismos en la proxima vida.
Personas que han sido regresados a vidas pasadas mediante la
hipnosis han confirmado que sus familiares, amigos y enemigos
han sido de alguna manera relacionados con ellos en vidas pasadas
tambien. Siempre son las mismas almas con las que aprendemos
nuestras lecciones.
La reincarnacion da un sentido a la vida. Su mensaje esta claro:
No hacer daño a nadie y intentar ayudar al proximo. La Vida despues de
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"Lo que a una persona le ocurre es característico
de ella. Ella representa un molde y todas las piezas encajan.
A medida que la vida avanza, una tras otras caen en su sitio
según algún designio predestinado". Carl Gustav Jung.
La palabra karma básicamente se refiere a la ley universal de
causa y efecto. Recordemos los proverbios Cristianos: "cuánto
el hombre siembre, eso también cosechará"; "el que siembra rayos,
cosecha tempestades"; "con la vara que mides serás medido y
con ventaja"; "ojo por ojo y diente por diente" y "el que a
hierro mata a hierro muere". Es evidente que nadie que plante
hortigas podrá esperar cosechar rosas. La ley del karma da por
sentado que la vida es una experiencia continua, de ningún modo
limitada a una sola encarnación en el mundo material. Esta ley
universal propone lograr y mantener la justicia y el equilibro
en nuestro planeta. Muy pegadito a este principio, tenemos este
otro llamado "Ley de la oportunidad" que intenta reflejarnos
algo así; a cada uno de nosotros nos pone en las circunstancias
que nos proporcionan las lecciones espirituales exactas que
necesitamos a fin de llegar a ser de apariencia más divina.
Desde estas leyes se nos controla y vigila a cada momento, por
eso cualquier acto bueno o malo de nuestras vidas tiene sus
consecuencias. Todo el mal que hagamos tenemos que pagarlo y
todo el bien que hacemos nos será recompensado. Dios nos dió
libre albedrío y podemos hacer lo que queramos, pero de todos
nuestros actos tenemos que rendir cuentas ante la justicia divina.
Y en verdad, no esta nada mal que así sea. Imagínate una simple
deuda de dinero al banco, debemos saldarla, ni se nos ocurre
dejar de pagarla, porque sabemos que las consecuencias resultan
más abrumadoras que la problemática que nos llevó hasta allí
a solicitar ese préstamo; además de las consabidas reflexiones
a las que nos lleva lo que cada uno sentimos como conciencia
moral o deber ser. Y desde luego tampoco se nos ocurre devolverle
el dinero al municipio si el que nos lo prestó fue el banco.
Con esta misma lógica, sencilla, deducida por nuestro sentido
común, es que nuestro fantástico Creador ideo la vida; incorporando
este condimento justo a nuestros días, al sólo efecto de evitar
el caos. Sin estas leyes que regulen y limiten nuestro accionar,
seria impensable que aún entre tanta violencia como hay hoy
en día, pudiéramos seguir apostando a la vida. Comprender íntegramente
la Ley del Karma es indispensable para orientar el navío de
nuestra existencia en una forma positiva y edificante. Hablar
de karma es inseparable de la ley de la reencarnación. Karma
y reencarnación son metáforas o símbolos de un proceso cósmico
mucho más sutil de lo que el concepto popular pretende explicar
por estos términos. Para la mayoría sólo se refiere a la inmortalidad
del alma; pero cada vida es la suma total de todos los yo anteriores
encarnados y todo lo bueno o malo que anteriormente se construyó,
esta contenido en esta oportunidad presente, en esta vida.
Hado, Karma y destino, son de índole muy similar, no responden
al azar, sino a la ley de justicia que determina nuestra estructura
física, mental y emocional. Lo más importante, si bien no podemos
eludir nuestro modelo básico, sí podemos trabajar de conformidad
con él, porque somos libres para escoger y discriminar. Como
cuerpo burdo, nacemos una y otra vez hasta que comprendemos
nuestro Yo real. Como mente, nacemos solo una vez y morimos
sólo una vez, en ese sentido no reencarnamos. El cuerpo burdo
sigue cambiando, pero el cuerpo mental sigue siendo el mismo
siempre. Las impresiones se almacenan en nuestra mente. Nacemos
varón o mujer, rico o pobre, brillante o ignorante, etc., para
tener la deliciosa experiencia que ayuda a trascender todas
las formas de la dualidad. Es por eso que todas estas artes,
disciplinas, mancias y técnicas que tanto nos atrapan, de contínuo
nos proponen conocernos a nosotros mismos, porque allí esta
la clave; al hacernos concientes de nuestra propia naturaleza
energética y psicológica, podemos escoger con nuestro libre
albedrío aquello que mejor nos cuadra y de manera más fluida
y menos traumática podremos ir sorteando los escollos, que siempre
son aprendizajes pendientes que nos persiguen para que de una
buena vez podamos superar. Si observas simplemente la vida de
las personas que te rodean, verás en cada una de ellas que hay
cuestiones que se repiten como patrones desde el nacimiento
y hasta sus últimos días, y que sólo se consiguen modificar
cuando algún suceso impresiona de manera muy potente y desde
esa misma intensidad de sufrimiento, la persona escoge cambiar
el rumbo de su vida, dejar sus lentes de sol por otros que le
permitan mirarse para adentro. Los ejemplos quizás más burdos
sean los de familias signadas por las tragedias, las mujeres
golpeadas y aquellos que siempre son victimas de robos; pero
entre ellos y cada uno de nosotros hay realmente una gama indescriptible
de otros sucesos en donde la pauta de aprendizaje se reitera
para brindarnos la posibilidad del cambio. Junto con esa lección
que insiste por ser aprendida deviene la emoción con la que
se asocia (angustia, miedo, etc.); la programación mental que
deja la conclusión a la que aborda nuestra mente (por ejemplo:
prefiero que me duela a mí); y el correlato físico, esto es
la molestia o simplemente la localización física de esa emoción
en nuestro cuerpo, que con el tiempo se puede terminar cristalizando
como patología. Desde esta misma visión, teniendo en cuenta
los patrones vivenciales de la historia personal y de vida de
cada paciente, es como la Terapia de Vidas Pasadas, se ocupa
de modificarnos la visión que tenemos de nosotros mismos, haciéndonos
concientes del porqué siempre me sucede lo mismo a mi. Para
que esta queja deje de victimizarnos y podamos usar toda esa
energía que despilfarramos en hacernos daño inconcientemente,
canalizándola en toma de conciencia y proyección de un futuro
mejor. Todo tiene una causa y un motivo de ser; la conciencia
no puede ser medida, sino a través de nuestro accionar. Nos
pasamos gran parte de nuestra existencia reclamando, protestando
y rumiando cada actitud que a nuestro criterio superficial sentimos
como cuestiones obligatorias; olvidando que si en este momento
preciso las estamos padeciendo será porque antes ese alguien
las padeció primero con nuestras obras. Y así, solicitamos comprensión,
cuando hemos sido bastante austeros en otorgarla a otros; nos
hiere que nos calumnien, cuando no hemos tenido piedad en ser
lapidarios con otros; exigimos fidelidad cuando hemos sido adúlteros;
etc. Es posible que en otras vidas hayamos sido despiadados,
si nos sirve de consuelo y creemos que en esta vida no lo hemos
sido nunca; y por eso sufrimos lo que nos sucede, aún cuando
suponemos que merecemos lo mejor. Esto es así porque cuando
la ley nos cobra, nos ocupamos de convencernos a nosotros mismos
de nuestra inocencia y evitamos hacernos cargo de nuestro propio
accionar.
La norma psicológica dice que cuando uno no toma conciencia
de una situación interna, ésta se proyecta al mundo exterior,
y termina sucediendo afuera como destino. Es decir, si nosotros
no tomamos conciencia de nuestras propias contradicciones internas,
el mundo forzosamente deberá representarnos el conflicto y partirse
en mitades opuestas. Cuánto mayores sean los obstáculos en el
cuerpo físico, mayor será la oportunidad de un alma para saldar
sus deudas kármicas y lograr un crecimiento espiritual más rápido.
Ya sabes, ahora tienes la posibilidad de conocerte y cambiar
el rumbo de tus días. Los prestigiosos profesionales de nuestro
gabinete están a tu disposición para ayudarte.