Soledad y timidez

La timidez es uno de los estados más complejos de la psiquis humana; afecta el conjunto de relaciones personales y se considera una limitante del desenvolvimiento social de quienes la experimentan, en las diversas áreas de su realidad cotidiana.
Desde el punto de vista del idioma, la timidez es una sensación de inseguridad o vergüenza en uno mismo, que una persona siente ante situaciones sociales nuevas y que le impide o dificulta entablar conversaciones y relacionarse con los demás.
Distintos especialistas han enunciado teorías acerca del concepto y descripción de la timidez, desde la psicoterapia, los enfoque conductistas, la inteligencia emocional, las neurociencias, la programación neurolingüística y otras ramas del saber y quehacer humano.
Lo concreto es que la timidez es uno de los trastornos más comunes de la población, y en un enorme porcentaje se traduce en sentimientos de angustia o soledad ante el entorno en el que vive.
Es que a las personas que la padecen les resulta muy difícil admitirlo o reconocerlo y por lo tanto la esconden bajo de actitudes como modestia, independencia, reserva.
Desde ya que no todas las personas que prefieren estar solas son necesariamente tímidas; por el contrario, algunas que demuestran una excesiva sociabilidad en el fondo son presa de una enorme y paralizante timidez. De todas formas, para arribar a la conclusión de que una persona es "tímida" o este es un rasgo de su personalidad, se deben realizar análisis profundos que permitan descubrir la raíz de ese temor al rechazo. Las personas tímidas sufren al mismo tiempo fuertes sentimientos de angustia y de tristeza; les resulta terriblemente difícil hablar con otras personas, en especial si son del sexo opuesto o desconocidos; dentro del grupo se sienten incómodos y hasta llegan a atribuirse la responsabilidad de las relaciones que no funcionan dentro del grupo. Las personas tímidas sufren una serie de trastornos físicos que se manifiestan en taquicardia, respiración agitada, tensión, temblores y náuseas; trastornos psíquicos como la destrucción de su autoestima, miedo a no agradar o a caer en ridículo; estas situaciones se desencadenan en aislamiento, reducción de capacidades y autoconfianza.
Más allá de las terapias tradicionales y los distintos enfoques, hoy en día las llamadas terapias alternativas también pueden aportar una ayuda importante a las personas que padecen timidez, para su superación, pues la timidez la mayoría de las veces es acompañada por la depresión.
Por ello y tal como lo proponen esas terapias, se debe cambiar la manera de relacionarse, poniendo nuevo esfuerzo y energías para que, al entablar nuevas relaciones, queden atrás los miedos y las especulaciones, teniendo en cuenta que no todo debe medirse en términos de éxitos o fracasos y que siempre es interesante conocer gente nueva.
Desterrar la timidez no es fácil, se necesita esfuerzo y voluntad; siempre hay muchas personas buenas dispuestas a ayudarnos para que no nos desanimemos ante resultados transitorios no demasiado satisfactorios.