Numerosos psiquiatras coinciden
con que la mayoría de las enfermedades mentales provienen del
fracaso del individuo por encontrar un sentido a su vida o no
logran satisfacer sus necesidades espirituales. Es decir, la
mayoría de los trastornos psíquicos tienen un origen espiritual.
Muchos seres, son incapaces de conocer o expresar sus necesidades.
Generalmente, se suelen mezclar los deseos con las necesidades,
sin ver que no son la misma cosa, y como consecuencia, se pueden
tomar los deseos por las necesidades. Muchos no son capaces
de expresar sus necesidades y como no las conoces, no actúan
en base a ellas. Un deseo puede estar encubriendo una necesidad,
se deseamos por ejemplo, salir de vacaciones, lo más probable
es que estemos necesitando descansar, si un ama de casa desea
tener un lavavajillas, puede ser porque necesite más tiempo
para ella o estar un tiempo lejos de sus hijos, pero el sentimiento
de culpa ante esta necesidad hace que se la confunda con un
deseo. A su vez, comúnmente ocurre que, una vez que se obtiene
lo que se deseaba, ese individuo se encuentra insatisfecho.
La cantidad de artículos publicitarios que dicen tener lo que
andábamos necesitando, hacen que nuestros deseos no guarden
relación con nuestras necesidades. Leyendas como "el lavarropa
que estaba necesitando", "la caja de herramientas que necesita",
etc. hacen que terminemos convencidos de que era eso lo que
se necesita. Estamos condicionados desde muy chicos a creer
que necesitamos lo que otras personas desean que necesitemos,
cuantas veces los padres le dicen a sus hijos que necesitan
ir a dormir temprano, solo por que en realidad, son los padres
los que necesitan estar solos, o que los hijos necesitan realizar
una actividad los sábados por la tarde, simplemente porque los
padres quieren disfrutar solos, los sábados por la tarde, etc.
Si bien la mayoría de los deseos de los padres son legítimos,
no son acordes con las necesidades de los hijos.
Desde pequeños a los hombres se les inculcan que deben tener un empleo seguro y una vida sexual regular y a las mujeres que deben casarse y tener hijos para sentirse plenas en la vida, por lo que resulta difícil distinguir las necesidades propias, de los deseos ajenos.
Esta dificultad se debe a la falta de diálogo interno, de no tener debida cuenta de los mensajes que provienen de nuestro interior, relacionados con las cuestiones físicas y emocionales. Los ejercicios de visualización nos permiten ponernos en contacto con esos mensajes internos y con nuestras necesidades reales. El ejercicio llamado "La tienda mágica" tiene como objetivo reconocer las necesidades propias y también diferenciarlas de los deseos, ayudando a resolver determinados conflictos y a originar la transformación personal. Esta inspirada en el ensueño dirigido, utilizado por los chamanes y comparable a un sueño en estado de vigilia, conducido por otra persona, con el fin de obtener con la imaginación una experiencia nueva para uno mismo. Es como desarrollar una película mental en la que, los personajes, la escena, la dirección y la producción están a cargo del mismo individuo. El objetivo es brindar un medio de representación que le hacía falta para poder enfrentar los problemas de la vida. Este ensueño dirigido permite la conexión del individuo con los temas de su inconsciente y relacionarlos directamente con su problemática. Explorando y traduciendo su simbolismo personal, permite ponerse en contacto con determinados aspectos de uno mismo que son ignorados, y puede dar como resultado un efecto sanador de integración. El ensueño dirigido exige concentración mental, pero como ofrece por sí solo la relajación, no es necesario ningún procedimiento para lograrla. Para comenzar el ejercicio de la tienda mágica,
es necesario ponernos cómodos, luego cerraremos los ojos, y
retiraremos nuestra atención de todo lo que nos rodea y la pondremos
en nuestro ser interior. A continuación debemos imaginar que
estamos en una fecha próxima a fin de año, y hemos salido a
hacer compras, a la tardecita, por una zona comercial muy conocida.
Se hace de noche y las luces de las vidrieras iluminan los artículos
que en ellas se exponen.
De repente, mientras estamos recorriendo y mirando todas las vidrieras, se larga a llover torrencialmente. Buscamos un refugio donde protegernos y encontramos un porche medio oculto que antes no habíamos visto. Desde este lugar y ahora empapados por la lluvia, miramos hacia la calle donde estábamos. Comenzamos a mirarnos a nosotros mismos, advirtiendo nuestro aspecto, tomando conciencia de nuestra edad, de nuestro sexo, de nuestra vestimenta, de lo que sentimos en ese momento. Empezamos a examinar nuestro alrededor y permanecemos atentos a nuestras reacciones. Miramos hacia adelante y sentimos atracción por lo que parece ser la vidriera de una tienda. Siempre atentos a lo que sentimos, a lo que nos atrae de esa vidriera, a lo que pensamos que podemos encontrar allí, a lo que vemos realmente, nos aproximamos a ella y la exploramos un poco. Mientras miramos esa vidriera, nos damos cuenta que al lado hay una puerta que se abre y en ella aparece un personaje que nos llama haciendo señas. Nos acercamos a él, mientras observamos su aspecto y lo que sentimos por ese personaje. Cruzamos el umbral siguiéndolo, mientras éste se introduce en el interior de la tienda. Detrás nuestro se cierra la puerta y de alguna manera, ese personaje nos dice que estamos en una tienda mágica que contiene el todo el universo. Podemos tomar de la tienda todo lo que se nos ocurra y llevárnoslo, pero existe como condición, que debemos dejar algo a cambio. Es necesario elegir algo, luego el personaje nos deja solos explorando lo que hay. Debemos tomarnos tiempo para inspeccionar la tienda prestando atención a lo que sentimos, a lo que vemos o no vemos, aunque suponíamos o esperábamos encontrar. Tenemos que poner atención en lo que nos atrae y en el por qué nos atrae, tomando nota de las razones que influyen en esa elección. Luego debemos elegir algo y dejar algo a cambio, como nos lo había indicado el personaje. Una vez que hemos realizado el cambio algo nos empuja a salir de la tienda. Ya afuera, la puerta se cierra y desaparece de nuestra vista. Ahora debemos mirarnos y observar nuestro aspecto y tomar nota de cómo nos sentimos. Después regresaremos a la calle donde nos encontrábamos antes que comenzara a llover. Más tarde regresaremos a nuestro entorno actual y abriremos los ojos. A partir de aquí, debemos registrar de forma escrita y minuciosamente toda la experiencia, debemos hacerlo en primera persona y en tiempo presente. Cada suceso de esta experiencia es creada por nosotros mismos, por lo cual esta impregnada de significados. Es necesario que otra persona escuche nuestro relato, para que nos ayude a descubrir los significados ocultos, y que por intermedio de preguntas podamos relacionar ciertos recuerdos, ideas y palabras. Toda esta experiencia es interpretable. Las personas que manifiestan temor a lo novedoso, lo imprevisto o lo desconocido, sienten inmediatamente angustia o ansiedad cuando necesitan buscar un refugio ante la lluvia. Es común que digan que su aspecto es distinto, el color de pelo, de piel, de ropa, de estatura, de peso, de sexo ha cambiado. Hay imágenes que cobran importancia en relación a otras imágenes que van surgiendo, a pesar que no tengan un significado inmediato. Las personas que tienen un escaso sentimiento de su propio ser o manifiestan su deficiencia ante la imagen corporal, son las que no ven su cuerpo al mirarse a sí mismos. La ausencia de seguridad y el débil asentamiento en el mundo está indicada por la falta de brazos o piernas. El personaje que se encuentra situado en el umbral simboliza al ser interno, aunque a veces su figura resulte desconcertante. Muchos, una vez adentro de la tienda, se sienten atraídos por objetos que tienen importancia en su vida real. Otros entran muy seguros de lo que quieren, y se sienten desilusionados cuando no lo encuentran y no ven otra cosa. Esto indica hasta que punto nuestros deseos se encuentran limitando nuestra visión y nuestra expectativa de cumplirlos o de satisfacerlos. Los individuos que durante esta experiencia del ensueño dirigido, no encuentran nada que deseen, son a los que no les interesan los bienes materiales y cuyos deseos diarios no responden a sus necesidades reales. Otros reconocen que no son necesarias las cosas materiales que ansían tener. Muchos otros se sientes cohibidos por la duda, la falta de decisión, la incredulidad, la culpa o la negatividad, o no aprovechan las oportunidades que tienen. Esta experiencia pone de manifiesto esas actitudes y ayuda a que el individuo advierta sus efectos. Hay personas que se sienten deprimidas, decepcionas o se lamentan por no haber elegido lo que le daban, pues viven objetando todo lo que se les ofrece. Las personas que en el ensueño se ven más viejas, melancólicas y pesadas, es porque estas características son las que, posiblemente determinan sus reacciones en la vida cotidiana. Algunos suponiendo que no tienen nada de valor que puedan dejar, no pueden hacer el cambio no dejan nada ni se llevan nada. Otros se niegan a dejar lo que tienen. Ciertas personas saben abandonar las cosas que no necesitan, ni desean, elementos de su vida o de sí mismas, por eso realizan el cambio fácilmente y esto les resulta muy positivo. Los que concretan esta acción en el ensueño dirigido, se sienten rejuvenecidos, alegres y activos. Son seres que disfrutan de las experiencias nuevas y se sienten reconfortados ante el autodescubrimiento. Muchos vuelven a repetir la experiencia de esta visita a la tienda mágica para comprender sus necesidades auténticas.
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