La comunicación neurolingüística nos permite tener en claro que siempre nos estamos comunicando, también cuando estamos quietos o no hablamos, porque existen dos tipos de lenguaje el verbal y, el corpóreo y sonoro, llamado no verbal. Para saber no solamente que decir y que hacer, sino también como decirlo y hacerlo, cuando intentamos transmitir mensajes que tienen que ser interpretados y recibidos por el interlocutor con la mayor precisión posible, debemos prestar atención a como utiliza estos lenguajes la otra persona.
Las distintas investigaciones acerca de la comunicación han determinado que más del 50% del lenguaje se muestra de manera corporal, con gestos, posturas y por medio de la visión, le sigue el lenguaje a través de la voz con sus modulaciones, y el porcentaje mínimo le corresponde a las palabras en sí mismas. Esto determina que, en realidad, el verdadero significado de los mensajes, (considerados verbales), cambian de acuerdo a los metamensajes,
(que son los no verbales), que están asociados y de la manera en que estos mensajes son interpretados por su o sus interlocutores. La PNL nos enseña que para obtener una eficiente comunicación, nos debemos basar en que, el real significado de la comunicación no se debe a la intención que uno manifiesta al comunicar, sino que se debe a la respuesta que se obtiene del interlocutor, debemos también tener la idea clara del objetivo y meta de esa comunicación, también se debe contar con una buena agudeza en la percepción del objeto, flexibilidad en el comportamiento y una buena congruencia. Cuando el significado del mensaje que queremos transmitir se ve reforzado por la coherencia de los gestos, de la voz y de las palabras, entonces, podemos decir que existe congruencia en la comunicación.
En realidad cuando hacemos lo que decimos estamos asegurando esa congruencia. Para que nuestra comunicación logre una congruencia debemos alinear los niveles lógicos, para que nuestros comportamientos se sustenten en nuestras aptitudes de pensamiento, en nuestras creencias y pensamientos, y hasta en nuestra identidad, para que estos comportamientos sean apropiados y significativos en el ambiente en el se desarrollan. A veces ocurre que cuando decimos algo agradable recibimos como respuesta un rechazo, es así como queda demostrado que aún teniendo como meta elogiar o halagar a quien nos escucha, nos equivocamos con la forma en que lo llevamos a cabo. El maravilloso mundo de los distintos modos de persuasión se nos abre gracias a la programación neurolingüística. Todo esto es muy ventajoso cuando enfrentamos una entrevista de trabajo o cuando debemos atender a un paciente o a un cliente, etc.
Es muy importante que el otro entienda claramente el mensaje que queremos hacer llegar, sobre todo si estamos en una situación en la cual estamos siendo evaluados. Cuando en la comunicación no nos agrada la respuesta que nos ofrecen, debemos otorgarle más atención a la manera en que emitimos nuestros mensajes, además debemos conocer ciertas técnicas y adquirir la flexibilidad indispensable para cambiar las formas que nos permitan acceder al interlocutor. Hay que tener en cuenta que los mensajes que transmitimos pueden y deben ser diferentes según los distintos interlocutores. Para determinar que nuestros mensajes sean los apropiados debemos analizar si somos claros en el momento que queremos expresar nuestros objetivos, si en nuestra comunicación verbal y no verbal hay congruencia, y fundamentalmente debemos tener en claro las particulares personales de nuestros interlocutores, para que el mensaje sea eficaz y se entienda. Para poder determinar las características de nuestro interlocutor y así poder influir positivamente sobre él, logrando además una mayor agilidad persuasiva y alcanzar un estado ideal en la comunicación es muy necesaria la utilización de la programación neurolingüística.