Desde todos los tiempos, los hombres han intentado provocarse estados no ordinarios de conciencia, con el fin de poder acceder a ese rinconcito de sabiduría ancestral, llamado inconciente. Estos procesos que utilizaban las más diversas técnicas: ejercicios de concentración, entrenamiento autógeno, meditación, biofeedbak, hipnosis y otros; lograban encontrar los "programas" que atesoraba dicho inconciente, responsables de muchas dificultades psicosomáticas, emocionales, intelectuales y espirituales. La Terapia por medio de la Hipnosis, consta de varias fases: la inducción al sueño hipnótico, que se consigue por sugestiones de tipo verbal, apoyadas con objetos, colores y emociones predominantes. Las vivencias alcanzadas en la hipnosis profunda, permiten obtener un caudal de información, que de otra manera, sería casi imposible de recabar en tan escaso tiempo (el que dura una sesión). De esta forma la persona que se encuentra bajo trance hipnótico es vulnerable a las indicaciones de su terapeuta, quién acompañará el proceso del tratamiento haciendo hincapié en todo aquello que desee trabajar para el bienestar de su paciente; catarsis de emociones negativas, mandatos mentales limitadores, desarmonias energéticas, etc. Pudiendo hacer sugestiones que funcionen aún después del sueño hipnótico. La anteúltima etapa es la desprogramación de los modelos defectuosos y el cambio por aquellos que resultan efectivos para esa situación conflictiva que se desea resolver.
Y por último, reforzamos con la sugestión post-hipnótica, aquello que intentamos incorporar como habito para modificar en la vida. Considero importante aclarar que esta técnica no reviste peligrosidad alguna en sí misma; desde luego, siempre contando que quién la practica sea un profesional bien entrenado en el tema en cuestión. La fantasía popular con respecto a la hipnosis, es que quizás el profesional que me induce en ese sueño, no me pueda despertar jamás; y en verdad, nada de eso es posible, lo que puede suceder y en el peor de los casos, es que el paciente pase del trance hipnótico al sueño profundo, tras lo cual, lo dejamos dormir un rato y luego lo despertamos como si nada hubiese sucedido allí. Como cualquier otra técnica requiere habilidad de quien la dirige y predisposición de quién la solicita. Y si bien, no constituye una panacea, como nada lo es en este camino de evolución; nos permite la posibilidad de asociarla con otras técnicas, como es el caso de la Terapia de Vidas Pasadas, el Ensueño Dirigido, la Bioprogramación, o trabajarla desde la metodología eriksoniana de cambio de modelo.
Todo aquello que ilumine nuestro sendero en la búsqueda
de una mayor armonía física-psíquica y espiritual,
es motivo de reflexión e inspiración para abrir nuestra
mente e impulsarnos a desear sentirnos cada vez mejor.
Porque se puede. No dejes de soñar…
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