Cuantas veces hemos oído o
sentido que nos han quedado asuntos inconclusos, esa experiencia
personal de sentir atragantado un sentimiento o impulso, que
no nos atrevemos a dejarlo salir, a darle un curso hacia fuera.
Una situación inconclusa es aquella que se ha quedado atascada
en nuestro organismo, donde surgió una energía que no pudo
ser dirigida al propósito, y se acumuló en nuestro cuerpo
provocando tensiones emocionales, físicas y mentales. Es sabido
que como producto del condicionamiento y de nuestras creencias,
a medida que crecemos nos vamos insensibilizando. Es muy común
que en la actualidad conozcamos determinadas personas a las
que probablemente querríamos acercarnos, pero no lo hacemos,
y hasta le restamos importancia a lo que realmente sentimos.
Si bien no sentimos con la intensidad que lo hacíamos cuando
éramos niños, la sensación de no estar completos la seguimos
sintiendo a pesar de no ser concientes de ello. Sería gratificante
dejar en libertad el impulso espontáneo de expresarnos, que
a menudo lo encerramos en nuestro interior. Por lo general
en una conversación nos suele surgir el impulso de decir algo
pero, inmediatamente lo controlamos calculando la conveniencia
o no de decirlo, las consecuencias posibles que nos pueden
ocasionar en nuestra imagen, el decirlo y procedemos a ocultar
ese impulso.
En otros momentos nos encontramos tan atontados, nuestra represión
es tan automática que no nos damos cuenta de su presencia,
lo que nos traerá consecuencias inconscientes o concientes
en cualquier nivel. Por todo esto las situaciones inconclusas
son aquellas que no le hemos podido dar un término saludable,
dejándonos una energía acumulada que nos molesta y nos impide
estar atentos completamente a todo lo que sucede en cualquier
momento o lugar. Existen una serie de datos que nos pueden
determinar si tenemos historias inconclusas, estos son: si
en forma persistente tenemos fantasías con situaciones o personas
con las que vivimos en un tiempo pasado, si revivimos situaciones
con sueños recurrentes, si establecemos algún diálogo interno
con personas que no están presentes, si no nos sentimos relajados
cuando nos cruzamos con determinadas personas, independientemente
del sentimiento que nos inspiren, ya sea amor, odio, rencor,
percibimos una mezcla confusa de tensión, incomodidad y sensaciones
de que algo con ella está pendiente, si al recordar algún
hecho, sucedido en el pasado, lo hacemos con rencor, melancolía
o depresión, si nuestro más delicado sensor, nuestro cuerpo,
al ver o recordar a alguien, posee una sensación de incomodidad
e inquietud, los inconvenientes que ocasionan los asuntos
inconclusos es que estamos con la cabeza en otra parte mientras
estamos participando en una determinada situación. Cuando
nuestra atención y nuestras energías estén dirigidas hacia
algún asunto pendiente, lo más probable es que nuestros sentidos
no estén atentos a lo que esta sucediendo en nuestro medio
y en nosotros mismos. Muchas veces nos ha pasado el no reconocer
o no ser reconocidos por otras personas, estos sucede cuando
se está sumergido en los propios recuerdos o en un diálogo
interno.
Una situación inconclusa nos sumerge en un estado de melancolía,
de falta de compromiso y de indefinición frente a los temas
que hoy nos acontecen. Para poder aprovechar al máximo nuestro
presente es necesario desconectarse de todos los compromisos
y preocupaciones internas. Hay que desconectarse de todos
los pensamientos que nos arrastran hacia el pasado y hacia
el futuro, para lograr estar presente en la situación y el
momento actual. Si no logramos estar en lo que hacemos, no
aprovecharemos el momento, y si nos dejamos arrastrar nos
aparecerá una nueva preocupación. Debemos tener en cuenta
que a causa de todo esto aparece el estrés, que es un estado
fuera de lo natural, en el que vemos reducido a un mínimo
nuestro estado emocional, físico y mental, producto de este
estado de tensión. El estrés se puede manifestar cuando queremos
hacer más cosas de las que podemos hacer, cuando no podemos
hacer las cosas, que podríamos realizar, por estar sumamente
ansiosos y cuando no descansamos lo suficiente por la incapacidad
de desconectarnos de las preocupaciones. Los asuntos inconclusos
se pueden originar por:
- resentimiento o rencor; una de las causas es la sensación
de insatisfacción con la manera que se dieron las cosas en
determinada etapa de nuestro pasado. No podemos terminar de
aceptar la manera con que han actuado determinadas personas
o hemos actuado nosotros mismos, masticando los hechos de
modo interminable, culpamos a la otra persona, nos culpamos
a nosotros mismos. Nos empieza a agobiar el rencor y la culpa,
es posible que un mujer no pueda perdonarse a sí misma o a
su hija, si ha sido expulsada de su hogar paterno por haber
quedado embarazada. Esa cantidad de energía que gira y gira
en nuestro organismo contaminándolo y enfermándolo, es producto
de un asunto inconcluso. Se dice que algunas enfermedades
ocurren como consecuencia de no dejar ir los distintos rencores
que durante nuestras vidas hemos acumulado.
- la represión de una expresión o de un sentimiento espontáneo;
durante nuestra infancia y adolescencia el condicionamiento
nos ha enseñado lo que es bueno y lo que es malo. El mundo
adulto, en general, nos han retado o castigado ante la expresión
de algunos sentimientos y nos han sonreído o premiado ante
la expresión de otros. Es así como empezamos a actuar de acuerdo
a lo que esperaban de nosotros, por esa necesidad de sentirnos
queridos o aceptados. A partir de acá comenzamos nosotros
mismos a permitirnos algunos deseos y a reprimir otros que
nos hacían sentir incómodos. Esta represión en algunos casos
es tan fuerte que no tomamos conciencia de lo que estamos
sintiendo, y en otros, somos concientes del sentimiento, pero
decidimos no expresarlo. Cuando estamos concientes de los
sentimientos reprimidos nos hacemos más vulnerables, aparece
el temor al rechazo. hay sentimientos que son frecuentemente
aceptados o reprimidos por la sociedad, como la ira, la pena,
el odio, el amor, el deseo sexual, el llanto, la atracción
por otra persona, la indecisión. El problema surge porque
no existe una norma religiosa, moral o legal que pueda eliminar
lo que pertenece a nuestra naturaleza. Ya desde muy pequeños
aprendemos a mentir a ocultar o a disfrazar nuestros sentimientos
para evitar el rechazo o el castigo. Lo más perjudicial es
que nos acostumbramos tanto a mentir y a disimular que dejamos
de saber certeramente lo que sentimos.
Ocurre que no distinguimos la realidad, por ejemplo los individuos
muy religiosos se niegan la sexualidad sin amor por lo que,
para aceptar la atracción sexual se convencen de que alguien
les inspira amor, cuando no es así. Nos hacemos a la idea
de que todo está bien, que no pasa nada, para evitar expresar
los sentimientos y como consecuencia su rechazo. Pero se debe
entender que la represión no hace desaparecer ni elimina nada,
lo único que hace es dejar asuntos inconclusos. Nos convertimos
en una persona del montón, ya que ser diferentes puede motivar
sospechas, y nos pasamos criticando a espaldas resistiéndonos
a que el otro sea diferente, dejando como consecuencia asuntos
inconclusos. Lo equilibrado es atreverse a expresar lo que
sentimos en nuestro interior y no descalificar a los demás
por el solo hecho de que nosotros tenemos miedo de expresarnos.
- cuando un conflicto no es solucionado de manera equitativa;
tanto entre grupos o entre individuos, generalmente un conflicto
de intereses que involucra ambas partes se resuelve cuando
una de las partes gana y la otra pierde. Está demostrado que
esa resolución deja asuntos inconclusos a la parte que pierde.
- alejamiento o muerte; la muerte o alejamiento de un
ser querido es una importante fuente de asuntos inconclusos.
La muerte es la parte más difícil de aceptar, no por el que
a muerto, porque más de una vez se piensa que paso a un estado
mejor, sino por la ausencia que ese ser dejo en nosotros,
es difícil permanecer sin su presencia. Pero el aspecto que
más nos dificulta la aceptación de esa ausencia son los remordimientos
por no haberle expresado todo lo que sentimos, todo lo que
podríamos haber hecho y no hicimos, y todo lo que hubiésemos
querido que fuese diferente. No logramos vivir el presente
si nos pasando recordando el pasado o previendo situaciones
futuras. Cuando nos sumergimos en el pasado o futuro, perdemos
lo que realmente nos puede ofrecer la vida, y sin que nos
demos cuenta, el aquí y ahora se nos escapa de las manos.
Los hechos del pasado no tienen solución pero, debemos atenderlos
para que no nos sigan absorbiendo nuestra energía. A veces
nos imaginamos compensaciones futuras debido a las frustraciones
pasadas. Esto significa que mientras no podamos cerrar historias
seguiremos proyectando nuestras fantasías, suponiendo que
el futuro nos traerá las compensaciones a esas frustraciones
del pasado. Existen personas que se aburren con el trabajo,
pero en lugar de buscar su propia vocación, tienen la fantasía
que algún día y, por milagro se les presentará el trabajo
ideal. Lo mismo ocurre en el ámbito afectivo, donde tal vez,
no se hayan jugado completamente todas las cartas y se tiene
la fantasía de encontrar la pareja ideal, que aparecerá de
manera milagrosa y sin hacer nada.
La única manera de eliminar esas energías que circulan por
nuestro organismo, contaminándolo, es cerrando los asuntos
inconclusos.
¿Cómo cerrar historias? Lo ideal es estar atentos
a nuestras claves internas para no generar asuntos inconclusos,
situaciones sin un cierre saludable. Cuando la energía se
haya plenamente equilibrada, es fácil deslizarse a un nivel
superior, esto es lo que han experimentado determinada gente
que ha estado cercana a la muerte. El juego es equilibrar
en esta dimensión, lo que más se pueda, las energías para
que cuando la siguiente dimensión este libre para nosotros,
simplemente nos podamos deslizar hacia ella. Si no se les
presta atención a los historias inconclusos, problemas o preocupaciones,
éstos vuelven cada vez más insistentes. Una manera de paliar
esta situación es escribir en una agenda cada preocupación
inquietud, idea o asunto pendiente, de esta manera no habrá
inquietudes dando vueltas en la cabeza. Otro método es imaginar
que tenemos adelante un baúl o una caja en la que introduciremos
todos los asuntos inconclusos, inquietudes o preocupaciones,
los cuales simbolizaremos con un elemento concreto. Por ejemplo,
un conjunto de cuentas las simbolizo con un reloj, al que
podríamos añadirle la fecha y hora a la que lo atenderemos.
Esto lo hacemos de forma conciente, ya que la postergación
de los asuntos inconclusos acarrean más ansiedad. Debemos
tener en cuenta que no importa el tiempo transcurrido de la
historia inconclusa, que no ha sido resuelta saludablemente,
pueden pasar muchos años hasta que la inquietud se tranquilice.
Podemos buscarle forma para darle salida a las emociones atascadas,
llorando, gritando, golpeando un almohadón, etc. Si el asunto
inconcluso abarca a una o más personas, se puede recurrir
a hablarles o escribirles. Existen muchas terapias grupales
en las que se realizan falsas evacuaciones, en las cuales
las personas no descargan realmente nada. Solo lograremos
abrirnos o sentir todo lo que esta atorado en nuestro interior,
si somos valientes y audaces, o si ese asunto inconcluso se
torna insoportable, por lo que nos tendremos que jugar el
todo por el todo. El asunto se cerrará si ponemos todo de
nosotros.
Cuando deseamos comunicar un deseo o un sentimiento o queremos
cerrar algún suceso del pasado que tenemos pendiente con una
persona, podemos recibir de esa persona, indiferencia, rechazo
o imposibilidad de contactarse ya sea, porque haya muerto
o porque no se la puede ubicar. Si después de haber realizado
todos los intentos para comunicarse con la persona y aún así
los resultados han sido negativos, es momento de pensar que
hicimos todo lo posible por cerrar la historia y simplemente
aceptar la situación, por lo que ya le estamos dando una salida
a la energía atascada. Debemos tener presente que no todos
los finales son felices, y que lo importante es no quedarse
con algo atascado.
Nuestra sensación corporal será el mejor índice para saber
si queda algo en nuestro interior, tendremos que empezar a
escuchar nuestras sensaciones. Otra manera de cerrar historias
es perdonar y perdonarse. El perdonar significa cambiar nuestros
pensamientos en relación a nosotros, a una persona o un suceso,
es dejarlo ir, terminar de masticarlo de manera negativa.
Para otros, significa aceptar lo sucedido y nuestras reacciones
negativas frente a ello.
También otros especialistas dicen que podemos alcanzar la
paz interior si ejercitamos el perdón. Este es fundamental
para dejar ir los miedos, los juicios condenatorios y los
pesares, el perdón es el que nos permitirá modificar nuestras
percepciones. Implica un cambio real, no es solamente decir
te perdono.
Es necesario considerar que las cosas no siempre ocurren como
queremos a la hora de decidir perdonar o perdonarse. Cuantas
veces ocurre algo que nos desvía de la dirección a la que
apuntamos con todos nuestros esfuerzos e intenciones. Algunos
atribuyen esta responsabilidad a Plutón, desde una perspectiva
astrológica, porque este representa la otra voluntad que determina
nuestro destino, las fuerzas inconscientes. Esto no significa
que no seamos responsables de nuestros actos, pero si debemos
considerar el perdón teniendo en cuenta que el otro hizo todo
lo posible por no causarnos ese dolor que nos atormenta. Algunos
terapeutas aconsejan hacer una real despedida con la persona
que no hemos podido ubicar o que esta muerta, para poder cerrar
historias.
Lo que podemos hacer es imaginar que la persona ausente esta
frente a nosotros y le expresamos todo lo que tenemos en nuestro
interior, basta lograr sentir que estamos aptos para dejarla
partir. Una mezcla de humildad y aceptación inevitable de
los sucesos que ocurrieron y de nuestros sentimientos con
respecto al hecho ocurrido, será lo necesario para poder dejar
ir a esa persona.
Antes de sentir un cierre total, una despedida interna verdadera
de esa persona, es necesario pedirle perdón y perdonarla.
Para poder despedir a esa persona que se ha alejado podemos
realizar una verdadera ceremonia o ritual.
Esta despedida de lo viejo, por más dolorosa que sea, nos
permite la llegado de lo nuevo, la renovación.
Ejercicio para cerrar historias con personas ausentes:
Para realizar este ejercicio es necesario comprometerse internamente
con lo que realizaremos. Será necesario escucharnos, confiar
en nuestra intuición y nuestra creatividad, ya que solamente
nosotros mismos sabemos lo que necesitamos para cerrar historias.
En primer lugar debemos instalarnos en un lugar donde prevalezca
la privacidad, el cual podamos ambientar según nuestras preferencias,
en cuanto a música, silencio, luminosidad, efectos personales
de la persona con la cual queremos cerrar la historia. A continuación
tenemos que relajarlos, cerrando los ojos y dejando que nuestro
cuerpo elimine tensiones. Visualizaremos a la persona con
la que queremos cerrar historias. Comenzaremos a sentir que
es lo que queremos dejar salir, en todo nuestro cuerpo, permitiendo
esto con gestos, palabras, actos. Dejarlo fluir de manera
tal que se empiece a sentir el alivio en nuestro cuerpo. Luego
agradeceremos a la persona su presencia y la despediremos.
Los resultados de este ritual dependen del compromiso emocional
con que lo hayamos realizado. A veces es necesario realizar
sesiones adicionales, porque a menudo aparecen percepciones
o sentimientos desconocidos.
Ejercicios para cerrar historias con personas presentes:
En este caso existen ciertas ventajas y desventajas. Debemos
focalizarnos honestamente en el objetivo, perdonar y perdonarnos,
buscar un cierre y no entrar en acusaciones o intentos de
manipular la situación, que no nos permitirán soltar las historias
indeseadas. Ya sea el caso de expresar un sentimiento o desear
cerrar una historia, es necesario focalizar el objetivo, y
ser honestos con la verdadera intención. Es necesario crear
una conexión con la persona y no lanzarle todo lo que sentimos,
no ahogarla con las expresiones. Es común que cuando se dialoga
con la otra persona se pierda de vista lo que realmente sentimos
o queremos expresar, disfrazándolo, atenuándolo, por lo que
tenemos que tener en claro lo que queremos o no, expresar
exactamente. Debemos estar abiertos a lo que nos esta ocurriendo
durante el dialogo, a lo que estamos sintiendo, y a lo que
se quiere expresar a medida que éste avanza. Nuestra convivencia
sería mucho más grata si podemos expresar de manera honesta
e inocente todo lo que tenemos atascado.
Tarot Mexico
Mexico: (+52)5546240278
*Servicios prestados por Sinergyne Global Communications SL, Apartado de correos 167, 17001 Girona. Precio maximo de la llamada 1.21 euros minuto desde red fija y de 1.57 euros minuto desde red movil, impuestos incluidos. Servicio para mayores de 18 anos.