Desde pequeños nos dicen que el egoísmo es malo y que debemos ser generosos de corazón; la religión, los valores inculcados, nos dicen que "no debemos" ser egoístas. Sin embargo existe un sentimiento contradictorio; una concepción errónea del egoísmo que nos lleva a no saber decir que "no", acceder siempre a los deseos de los demás a veces en contra de nuestros propios deseos y necesidades. Esos conceptos equivocados nos transforman en buscadores de la aprobación de los demás, creyendo que todo el mundo nos puede querer y reconocer, aún dejando de lado el amor, respeto y reconocimiento que nos debemos a nosotros mismos; se imponen las necesidades y caprichos de los demás ante las nuestras propias y vemos con asombro como desciende nuestra autoestima a niveles bajísimos. Muchas personas y miembros de nuestra familia nos exigen atención, favores, tiempo, esfuerzos, sin siquiera preguntarse o preguntarnos si estamos en condiciones de hacerlo, si tenemos ganas, tiempo; si lo que nos están pidiendo no nos complica más las cosas de lo que habitualmente están; y es que pocas veces o casi nunca, les hemos dicho que no algo. Frente a esta situación hay un "egoísmo positivo" que puede comenzar a practicarse, diferenciado del egoísmo negativo que no nos permite pensar en los demás, pero sí partiendo de una base que exprese cuáles son nuestros verdaderos deseos y necesidad de mejorar nuestra autoestima. Visto el egoísmo como un defecto, su opuesto es una virtud: el altruismo, que se puede entender como un comportamiento o sacrificio personal en beneficio de los demás, pero también este concepto, como el del egoísmo, admite distintos puntos de vista acerca de su significado y alcance. El reino animal proporcional algunos ejemplos de altruismo, desde el punto de vista de un patrón del comportamiento animal en el cual un individuo pone en riesgo su seguridad o su vida para proteger y beneficiar a otros miembros del grupo a la vez que
asegurar el código genético, actitud que se da aún en individuos no pertenecientes a la misma especie. Algunos estudios han determinado que el ser humano tiene una tendencia natural a ayudar a los demás y que esta conducta "altruista" aparece alrededor de los 18 meses de edad. Otras teorías suponen que el altruismo no es natural sino que necesita ser enseñado. Para clarificar un poco más estos conceptos, podemos decir que una concepción racional del altruismo por oposición al egoísmo, es aquélla conducta que promueve comportamientos favorables hacia los demás pero no una persona en particular sino un conjunto social; de esta concepción nacen las asociaciones civiles y otras organizaciones de la comunidad basadas en el esfuerzo propio y la ayuda mutua. Por otra parte un sano egoísmo nos llevaría a comprender que no podemos perder nuestra autonomía, independencia y libertad, llegando a conductas alienadas, en función de los demás. El egoísmo positivo nos permite establecer prioridades comprendiendo que la caridad bien entendida comienza por casa; ser sociables, disfrutar del contacto con los demás, pero no invadir ni dejarnos invadir la intimidad porque sabemos respetarnos y conocemos nuestros propios límites. Aprender a decir que "no" es avanzar en la construcción de relaciones igualitarias, es aprender a ponerse en primer lugar y hacerse responsable de uno mismo; ya que cada vez que renunciamos a ser nosotros mismos por el bien de los demás, tarde o temprano nos sentiremos mal y se lo haremos pagar. Parece contradictorio pero no lo es, en tanto que pensar en el bienestar propio antes que en el de mi prójimo es esencial para saber amar; no te olvides de ti mismo. Tus deseos son importantes, no los pospongas por el bien de otro. Mereces ser feliz y tu felicidad iluminará la vida de los demás.
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