Todos nosotros nos desplegamos con total facilidad
en algunas determinadas áreas de la vida; en los escenarios
que se han ido formando por las actividades que mejor
hemos ido realizando y lo bastante a menudo, como
para haber aprendido muy bien, por los años de ensayo
y error, sintiéndonos cómodos y fluidos haciendo dichas
cosas, como pueden ser: el ganar dinero de una manera
especifica, el vincularnos con cierto tipo de personalidades
y dentro de un contexto particular, conducir un vehículo,
cantar, bailar, etc.; tareas éstas que alguna vez
nos parecieron difíciles y hasta nos paralizaron de
miedo.
Y ahora nos resultan tan simples como tomar el cepillo dental por las mañanas para higienizarnos.
Podemos imaginarnos la zona cómoda como un círculo que nos abarca a nosotros junto con todas aquellas cosas o situaciones que no nos plantean inconvenientes a la hora de hacerlas; siendo recomendable poder graficarla para establecer ese límite que nos separa del resto; porque ese muro que nos limita, no es una protección, sino la ilusión de creer que aquello que queda fuera de la zona cómoda, nos aleja del peligro potencial que guarda todo aquello que no conocemos; cuando en realidad, las cosas malas se nos cuelan también en nuestro lugarcito habitual y el muro generalmente nos impide obtener aquello que deseamos.
Cada vez que emprendemos nuevos desafíos, proyectamos objetivos distintos y nos atrevemos a practicar aquellas actividades que hasta el momento nos creíamos incapaces de poder realizar; nos rebelamos contra los parámetros ya establecidos de nuestra zona cómoda y de esa forma, superamos nuestras propias inseguridades y nuestra zona cómoda se ensancha, ampliando conjuntamente nuestra conciencia y con ella nuestra capacidad de obtener mejores logros.
Pero si nos volvemos para atrás, si el miedo nos paraliza, si la vergüenza nos invade y las negatividades en comunión con las excusas nos rondan como único justificativo, nuestra zona cómoda se encoje y con ella nuestra posibilidad de desarrollo personal. Si reflexionamos al respecto, estamos en condiciones de inferir que esta zona es dinámica, siempre expandiéndose, reduciéndose e intercalando; y cada vez que el círculo se ensancha por algún punto, mostrando la apertura en una determinada área de nuestra vida, también y sin darnos cuenta lo hace desde otros ángulos, aumentando nuestra seguridad y autoestima que posteriormente sacaremos a la luz y con la que nos beneficiaremos en nuevas empresas.
Para muchas personas, la zona cómoda se reduce al tamaño de su habitación, o a la internación en un psiquiátrico, de ésta manera y con el suicidio, ella consigue su victoria más grande. Es importante que entendamos que quienes viven haciendo lo que quieren, arriesgándose a los cambios y desarrollando concientemente su zona cómoda, experimentan en su ser exactamente el mismo miedo que aquellos que procuran todo el tiempo que su vida sea un reducto pequeño de comodidad.
De igual manera que naturalmente buscamos ser reconocidos y queridos, en nuestra esencia de seres humanos todos sentimos miedo; algunos vivencian el miedo achicando su zona de comodidad y otros lo hacen expandiéndola; los primeros se retraen y de ese mismo encogimiento deviene un callejón sin salida en donde cada temor potencia uno mayor; los segundos maduran el habito de moverse aún con miedo, desde la convicción que un cobarde muere mil veces y el valiente sólo una; porque cuando el miedo aparece, se siente una sola vez.
El no tomar riesgos en la vida supone trasladarse dentro los diminutos espacios de pseudos-bienestar que reconocemos de tan transitados pagando el precio que supone el sentimiento de descubrirse atrapado en una vida que no es la que desearíamos si pudiésemos escoger, muchas veces perdiendo el tiempo con personas que no son totalmente de nuestro agrado.
En lo único que no existe el miedo es en el amor; porque el amor sincero arroja todos los temores y expone al corazón desde el más profundo deseo; por eso, ámalo todo sin excepción, haz aquellas cosas que elijas, siente miedo; atrévete.
Y cuando pienses que las fuerzas no te alcanzan, o sola/o no podes, con gusto te espero para ayudarte a descubrir cuál es tu zona cómoda y derribar triunfante todas las limitaciones que te alejan de la felicidad.
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