Durante toda nuestra vida los hechos se repiten hasta que los aprendemos. Si no se aprende se repite y una vez aprendido ya no se puede volver atrás y no se puede decir que no se sabe.
Es imposible decir, una vez que se aprendió, que uno no sabe leer, cocinar, andar en bicicleta, manejar, etc. Durante el camino de nuestro aprendizaje eterno, existen múltiples variantes, en el que se ven ascensos y descensos, una serie de repeticiones que permiten finalmente aprender algo que cuesta más o puede ocurrir que nos pasamos toda la vida tratando de aprender, y damos vueltas sin lograr nuestro cometido. También se debe considerar que la enseñanza esta totalmente relacionada con el aprendizaje, es decir que nunca hubo enseñanza si no se dio el aprendizaje. Un maestro puede estar confiado que ha enseñado durante toda su vida pero, si sus discípulos no han aprendido nada en realidad nunca enseño. De esto se puede deducir que solamente existe el aprendizaje. Si relacionamos el aprendizaje con la enfermedad, nos daremos cuenta que cuando se aprende acerca de nuestra enfermedad, sin importar que enfermedad sea o en que estadio se encuentre, ésta ya no tiene motivo de existir y puede culminar en la sanación. La medicina tradicional trata de eliminar la enfermedad o al menos, si esto no es posible, contenerla, de tal manera que el paciente puede vivir lo mejor posible.
Esto es totalmente válido, ya que la finalidad de la medicina es procurar el bienestar del paciente. Toda la formación médica apunta a buscar todos los medios para sanar una enfermedad o por lo menos aliviar sus síntomas, lo que aún no hace la medicina tradicional es plantearse un aprendizaje real de la enfermedad. Por lo general el paciente tratado con la medicina tradicional, solo logra calmar los síntomas físicos, en el mejor de los casos, de una enfermedad, pero no logra curar la causa de esa enfermedad que generalmente no es física. Por ejemplo en un individuo que no puede canalizar su agresión o estado de tensión, puede originarse un trastorno gástrico como por ejemplo, una úlcera. El médico tratará esa úlcera con la medicación correspondiente y solo calmará los síntomas, ya que ese individuo repetirá su úlcera en cuanto siga, por así decirlo, tragándose su agresión o tensión y entrará en un círculo vicioso del que será muy difícil salir, pudiendo terminar en una enfermedad mucho más grave. Ahora bien, si este mismo paciente concurre a un médico que posee un enfoque holístico, recibirá además de un tratamiento para controlar su ulcera, un tratamiento en la parte emocional, para corregir y lograr la armonía, pera evitar entrar en ese círculo vicioso y derivar en una enfermedad más complicada. Así es posible, que esa persona que deja de tragar su agresión, no sufra nuevos trastornos en su estómago.
Ya por los años 30, se decía que una determinada personalidad puede manifestar una enfermedad en particular, pero si se logra cambiar esa personalidad, esa nueva personalidad creada ya no necesitará más de esa enfermedad. La finalidad es curar aprendiendo, no se trata de descartar lo medicina ortodoxa, sino se trata de agregar un estudio más, el emocional por ejemplo. Si reflexionamos acerca del proceso de aprendizaje y de las emociones, es importante aclarar desde donde se habla, y cuales son los criterios que usamos para reflexionar acerca de las emociones.
Se pueden distinguir tres dominios de un modelo de ser humano, el dominio del cuerpo, donde se distingue también la expresión del cuerpo y la atención, el dominio de relación, donde se observan las propias conductas en relación con el medio, básicamente las emociones y también las conductas que son el resultado de la interacción con el entorno y, el dominio del lenguaje, en éste se muestra la capacidad de la reflexión y las distinciones del lenguaje mismo.
Se debe tener en cuenta que estos tres dominios tienen plena interrelación entre sí y determina lo que realmente somos, y cualquier modificación en alguno de ellos, provoca la modificación de los otros dos. En el dominio relacional encontramos las emociones, que se encuentran en un proceso permanente de adaptación e interacción con el entorno, durante este proceso aparecen las emociones primeras, propia de todos los animales y de la propia supervivencia. También durante el proceso de aprendizaje encontramos distintas emociones. El miedo, es el alerta que nos esta indicando que algo no funciona bien, que estamos cerca de un peligro, a su vez ese alerta nos permite aprender a sobrellevar esos miedos que padecemos y a neutralizarlos.
La rabia, es la que nos permite obtener la fuerza necesaria que requiere el aprendizaje. La fuerza generada por la rabia es la que nos ayuda a llevar adelante nuestros proyectos de aprendizaje, y que no queden en simples deseos. La tristeza, es la que nos permite reflexionar acerca de la pérdida que hemos sufrido y nos ayuda a diseñar e impulsar nuevos cursos de acción para obtener nuevos aprendizajes. La alegría, nos permite disfrutar de las posibilidades que nos ha generado el aprendizaje, esta misma alegría nos impulsa a adquirir aprendizajes nuevos. En el aprendizaje son necesarias las cuatro emociones básicas, las cuales deben estar presentes y no debemos adherirnos a ninguna de ellas en particular. Es necesario un desarrollo de la plasticidad de nuestro cuerpo, para que estas emociones, que son claves en el aprendizaje, fluyan de manera dinámica y natural.
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